El conjunto habitacional Socio Vivienda es parte del distrito Nueva Prosperina, el más peligroso de la ciudad. Basta conversar con los vecinos para saber que se juegan la vida cada vez que salen de su casa.
Ir a la tienda puede costarle la vida. María lo sabe bien. Las balas le reventaron los oídos una tarde en la que fue por huevos a la despensa que está apenas a una cuadra de su casa. Se quedó conversando con sus vecinas y la calló el sonido de las balas, al que ya está acostumbrada. Lo cuenta sin que en su rostro moreno y cuarentón se dibuje el más mínimo atisbo de temor. Antes de continuar, me pide que no la describa, que lo que me va a contar puede ser su sentencia de muerte.

Los tiros de aquella tarde iban directo a las ventanas de la Unidad de Policía Comunitaria que está justo frente al centro de abastos. La mayoría de los proyectiles que vuelan en Socio Vivienda 2 jamás va hacia los vecinos, salvo que alguno se atreva a hablar de delincuencia organizada. No recuerda la fecha de ese ataque, pero los agujeros aún estaban tapados con cinta la mañana en la que me acompañó a recorrer ese conjunto habitacional, uno de los más peligrosos de Guayaquil. Da igual el día o la hora. Allí hablar de balaceras es como contar mosquitos en invierno.