Por Vladimir Stoitchkov.
Edición 433 - junio 2018.
Historias inéditas desde Uruguay hasta hoy.
El fútbol es un simulacro de la realidad con todas sus imperfecciones. Ofrece algo más allá de la pura diversión: la posibilidad de vivir otra vida, en otra dimensión, con otra identidad (aunque temporal). Se mantiene en suspenso, porque nunca se sabe qué va a pasar. Y se retroalimenta de historias llenas de glorias y lágrimas. Historias infinitas que, como las matrioshkas, salen una de la otra. Es cierto que a veces los recuerdos se funden con la imaginación, pero no pasa nada porque, citando a Jorge Volpi, “la ficción crea realidad”.
Desde luego, yo también quería ser futbolista. Todos lo deseaban en aquellos años en mi país, Bulgaria. Pero no todos estábamos dispuestos a cambiar el placer por el dolor. Por eso me quedé en las gradas. Y de tanto observar partidos descubrí que el fútbol tiene una vida invisible que (no siempre) es parte del juego y del resultado. Así que de eso se tratan las próximas líneas, de veinte minihistorias invisibles —una por cada mundial— que acompañaron el espectáculo. Vamos en orden.