En 1910 los hombres empezaron a usar mascarillas para evadir a la enfermedad y la muerte. El inventor de esta prenda, tal como la conocemos ahora, fue Wu Lien-teh, un malayo de origen chino, y su pasión por la medicina lo llevó no solo a viajar por el mundo, sino a protegerlo de las pestes.
Anatomía de una plaga

Al noroeste de China, el otoño de 1910 fue mucho más frío y tétrico que el de años anteriores.
En la ciudad de Manzhouli, en la frontera con Rusia, médicos de ese país habían reportado un brote de una extraña enfermedad con síntomas muy similares a los de la bubónica y con una tasa tan alta de mortalidad que los contagiados no tardaban más de dos días en fallecer.