Amanece en el New Market de Kolkata mientras camiones cargados con cajas llenas de pollos vivos van descargando alrededor de la lonja, donde como cada mañana acuden para abastecerse los comercios y restaurantes de la ciudad.

Entre bicicletas llenas de pollos colgando por todos lados, pollos desparramados por el suelo y un taxi que también se apunta a la fiesta llenando el maletero y los asientos traseros, se hacen hueco los rickshaws, una especie de carro primitivo con dos grandes ruedas de madera, tirado por un hombre, que en cuestión de minutos cargan hasta el último rincón de sus carros con decenas de pollos medio aturdidos dejando libre únicamente la parte de la empuñadura para poder tirar de él.
Estos hombres de carga, conocidos también como wallahs, flacos, desaliñados y muchos de ellos todavía trabajando descalzos, son los encargados de suministrar a primera hora de la mañana a la mayoría de comercios de la zona, aprovechando que la ciudad todavía está medio dormida y no hay la congestión de vehículos que se apodera de las calles del mercado durante el resto del día, con lo que ganarán entre sesenta y setenta rupias por viaje (unos 0,80 euros).