
El goleador argentino padeció por años de una lesión crónica que casi lo postró una vez retirado. Una vez que la hizo pública, empezó una batalla aparte, la más importante de todas.
Por Galo Vallejos Espinosa
La imagen, además de letal en materia deportiva, era atractiva físicamente. Un tipo que sobrepasaba el metro ochenta y cinco centímetros, esbelto, rostro azucarado, melena al viento. Pero eso era apenas un ingrediente, ya que se trataba del delantero número uno de Argentina y uno de los más efectivos del planeta en los años noventa e inicios del presente siglo.