Skip to main content

Top less

por admin

top less
Ilustración: Camilo Pazmiño

Por Mónica Varea

Me encanta la música tropical, adoro la cumbia, el merengue, la salsa y hasta el chachachá, (al reguetón no lo nombro porque clarito dije “música”). Lo grave no es que me gusten estos ritmos, lo grave es que me gusta bailar, estoy convencida de que bailo bien y no me pierdo de hacer el ridículo ante quien sea. Mis pies no se resisten, mi cuerpo entero vibra y salto a la pista de baile sola o acompañada, el papelón me importa un pito

Con estos antecedentes les contaré que hace unos años nos invitaron a un matrimonio en Guayaquil, nada más y nada menos que de gala y en el club La Unión. Mi marido no estaba muy animado, pero le convencí que el esmoquin le quedaba regio y que no se veía “ensillado”, como afirmaba él. Yo por mi parte dejé que mi hija Carolina me prestara una falda gris plata con una cola pequeñita y un top negro que escondía mis miserias. “¿Tienes sostén strapless?”, me preguntó la Caro cuando yo hacía la maleta. Y claro que tenía, uno de la pelea pasada pero sin tirantes y negro como lo exigía la ocasión.

Has llegado al límite de artículos gratis para este mes.
¡Lee sin límites! HAZTE PREMIUM o Iniciar sesión