Texto y fotos: Iván Vallejo.
Edición 456 – mayo 2020.

Hoy volamos desde Punta Arenas hasta la isla Rey Jorge, puerta de ingreso a la Antártida. Somos diez expedicionarios entre técnicos, científicos y un servidor. Nos embarcamos en un avión C130 de la Fuerza Aérea Colombiana. Me coloco los tapones en los oídos y a la cuarta serie de respiraciones me duermo profundamente. Lo malo de dormirse en ese estado es que el tiempo se te pasa como un suspiro y crees que las dos horas y media de viaje han sido apenas cinco minutos. Con el inevitable golpe de la nave tocando tierra me doy por enterado del fin del vuelo; cuando el ruido de las hélices baja los decibeles, uno de los oficiales colombianos nos dice a voz en cuello, “Bienvenidos a territorio antártico”. Más dormido que despierto logro ponerme el mono térmico de color rojo con vivos negros, bajo por las escalerillas y tomo la primera foto de rigor. A pesar de que el clima no da para mucho, porque está muy nublado, me obligo a tomar unas cuantas fotos más; al fin y al cabo esta neblina no es cualquier neblina, es neblina de la Antártida.