
A veces parece que viven uno de sus sueños: ya no pierden el tiempo en el tráfico pues llevan casi un año y medio sin compartir espacio físico con jefes y compañeros. Pero la carga de tareas ha aumentado, al mezclarse con las obligaciones de la casa que, por horas, además de oficina, ha sido colegio, con las clases telemáticas.
Pese a eso, el teletrabajo les ha permitido probar una nueva manera de conjugar mejor sus vidas profesionales y familiares.
Josselyn Arcos, de veinticuatro años, labora de modo telemático en Corivet, que vende insumos veterinarios para perros y gatos, de 08:30 a 17:30, con una hora para almorzar. Le dieron el computador, la impresora y una silla. Antes de la pandemia volvía a casa en la noche, casi no compartía con su hijo Benjamín Castro, de cuatro años. No ha sentido la presión de hacerse cargo del hogar y de cuidar de su niño, pues tiene el apoyo de su madre, Anita.