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Cuando la tecnología se “traga” la vida de los jóvenes

por Gabriela Paz y Miño

Adicción a la tecnología
Ilustraciones: Shutterstock.

“Empecé a jugar los trece o catorce años. Al principio no lo hacía mucho tiempo, porque no había Internet en mi casa. Solo unas tres o cuatro horas, para matar el aburrimiento. Después, cada vez jugaba más, hasta que llegué a jugar un promedio de diez o doce horas al día, sin levantarme casi ni para ir al baño.

Comencé porque mis padres me restringían las actividades que me gustaban, como las clases de música o el básquet. Un día yo, aburrido, fui a casa de mi primo, que estaba jugando uno que se llama League of Legends. Me gustó”.

Quien habla así es un hombre de veinticinco años, quiteño, clase media, adicto a los videojuegos. Su forma de expresarse, las muletillas que utiliza para explicar su adicción, culpar a otras personas y sobre todo asegurarse de no salir de ella, así como la forma en que plantea su futuro —como el escenario de un videojuego, en el que los mundos se construyen o destruyen con un mágico clic— lo hacen parecer mucho menor. Como un adolescente soñador. O un adulto despistado.

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Autor

Acerca de Gabriela Paz y Miño

Periodista y escritora ecuatoriana, residente en Barcelona. Ha trabajado como reportera, editora y columnista en medios de Ecuador, USA y España. Actualmente colabora de forma independiente en periódicos y revistas de su país de origen y de acogida.
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