Sofia Coppola regresa a la dirección de cine con The Bling Ring, parábola sobre la banalidad de la sociedad mediática, los excesos de una generación que ha crecido a base de reality tv, Twitter y Facebook, y su obsesión de fama, moda y glamur, que han creado en ella una especie de nulidad mental. Presentada en el pasado Festival de Cannes, en la jornada inaugural de Una cierta mirada, el filme está basado en un hecho real, publicado en Vanity Fair titulado Las sospechosas llevaban Louboutins. Hollywood, 2008: una banda de adolescentes, cuatro chicas y un chico, durante diez meses improvisaron una serie de robos en las mansiones de jóvenes celebridades: desde Paris Hilton a Orlando Bloom, pasando por Lindsay Lohan y Megan Fox, sin que estos se dieran cuenta. El botín: tres millones de dólares.
Emma Watson es la líder de este grupo que monitoreaba los movimientos de sus víctimas a través de las redes mediáticas. Durante su ausencia, se infiltraban muy fácilmente en las fiestas de estos ricos y famosos y sustraían joyas, ropa, zapatos y objetos valiosos. Con la ayuda de Google Maps, descubrir las direcciones y los accesos a estas mansiones era pan comido. Robar con fulgor era para ellos un modo excitante de transcurrir las veladas, sobre todo de sentirse más cercanos y mimetizados en sus propios ídolos. Fueron descubiertos gracias a las cámaras de seguridad en la residencia de la Lohan. Los medios de comunicación los bautizaron como The Bling Ring. Los adolescentes, compañeros de liceo de un barrio bienestante de la ciudad de Calabasas, muy cercano a esas estrellas idealizadas, terminaron condenados a varios años en prisión. Es, además, una crónica real sobre Los Ángeles, la ciudad de los miles desequilibrios y de infinitas ilusiones, y que Sofia Coppola conoce bien, aunque vive desde hace años en París. Allí, en el bien y en el mal, todo gira en torno al mundo del espectáculo, que termina por nutrir, y a veces intoxicar, el imaginario de tantos jóvenes.
“Internet hoy amplifica todo. Crea falsos modelos, instiga el deseo de posesión y de conquista. Ellos no roban por necesidad, menos aún para dar a quien menos tiene, sino solo para obtener lo que desean, objetos de culto, firmas de mucho lujo que acaban por llamar huecamente moda. Es su anhelo de celebridad”, asegura la cineasta. Estos jóvenes ladrones tienen doble vida. Cuando una psicóloga los interroga durante las investigaciones policiales, rebelan su profundo vacío cultural, a pesar de ser todos estudiantes del college. Una ausencia de valores absoluta y apabullante.
