El patrimonio es memoria e identidad, por ello salvaguardarlo, sobre todo en tiempos de guerra, ha sido una carrera constante, cuyos actores, escenarios y eventos transcendentes están contados en este artículo.

La Segunda Guerra Mundial supuso un punto de inflexión en la preservación del patrimonio cultural. Los bombardeos estratégicos a infraestructuras patrimoniales, los saqueos sistemáticos a museos y templos de arte fueron tan devastadores que suscitaron una respuesta sin precedentes en la historia.
En 1954 la comunidad internacional se reunió en La Haya para firmar un tratado, con el fin de elevar la destrucción patrimonial a la categoría de crimen de guerra y dejar por escrito el compromiso de cada nación a inventariar sus bienes arqueológicos, artísticos e históricos, así como delinear planes de contingencia ante la amenaza de un conflicto armado.
En el caso de nuestro país, se creó el Sistema de Información del Patrimonio Cultural del Ecuador (Sipce) gracias al cual “la información de aproximadamente 170 000 bienes culturales, se encuentra en permanente proceso de depuración, homologación y actualización”.