Esta invención reemplaza a una incubadora por una fracción de su costo y hasta ahora ha salvado a más de trescientos mil bebés en el mundo.

Los bebés prematuros, por lo general, no pueden regular su propia temperatura debido a que son tan pequeños que no tienen grasa corporal para mantenerse calientes. Tres millones de bebés prematuros mueren anualmente, pero el mayor problema es que los que sobreviven crecen con dificultades.
Esto se explica porque en el primer mes de vida la única función de los bebés es crecer, pero, si están combatiendo una hipotermia, sus órganos no pueden desarrollarse con normalidad, lo que trae después una serie de problemas (diabetes, enfermedades cardiacas e incluso un bajo coeficiente intelectual); no obstante, todas estas consecuencias podrían evitarse si estos bebés se mantuvieran calientes. En un escenario óptimo, las incubadoras se encargan de ello, pero consumen mucha electricidad, cuestan alrededor de veinte mil dólares y en los países pobres son un lujo. Allí los padres recurren a soluciones como atar bolsas de agua caliente alrededor del cuerpo de sus bebés o colocarlos debajo de bombillas para abrigarlos; métodos ineficaces e inseguros.