
Aunque quince años menor que su hermano Gustavo, Ricardo Noboa irrumpió en la alta política en la misma década de los ochenta, bajo la tutela de Febres Cordero, quien le nombró ministro de Industrias, Comercio, Integración, Pesca y Turismo. Fue entonces cuando lanzó los carros populares: el Suzuki Forsa y el Fiat I. Luego sería tesorero de las campañas de Jaime Nebot, pero cuando León hizo con Abdalá el Pacto de la Regalada Gana, por pura decencia se desafilió del PSC, convirtiéndose en un paria en el Concejo Municipal.
Esos altibajos de la política no le impidieron mantener durante décadas su cátedra de Derecho en la Universidad Católica de Guayaquil ni asistir los sábados al béisbol que se jugaba en el Yeyo Úraga. Pero su actividad principal hasta el día de hoy ha sido litigar en los tribunales de diversas provincias, de modo que conoce a fondo los problemas de la justicia, donde muchos meten la mano. O el billete. Oigámosle desde el principio.
—¿Por qué entraste a estudiar Leyes en la Católica?
—Porque cuando estaba en el Cristóbal Colón las matemáticas no se me daban por ningún lado y era un incansable lector. Hubo también una serie de televisión en blanco y negro, Perry Mason, que me parecía espectacular.