
Por Eduardo Varas
Sientes muy de cerca la muerte de Ray Bradbury. Eso pasa porque te acompañó en algún punto de tu vida. En ese momento imprescindible, en el que necesitabas palabras de alguien no solo para guiarte, sino para dejarte en claro el poder de la ficción: ese poder para darte claridad, sosiego y una manera particular de cuestionarte las cosas. Eres un adolescente cuando lees las Crónicas marcianas y de golpe sabes que estás ante un gran autor, que no importa si es de un género como la ciencia ficción, porque ese género no es malo; es gran literatura que te permite experimentar de diversas maneras eso que significa ser humano.
Luego piensas en su vida, en sus palabras, en ese amor interminable por las historias y por la existencia misma y entiendes que algo de esa pasión se ha quedado contigo, solo por leerlo. Celebras eso.