Un salesiano italiano le encargó conservar las orquídeas y Pepe Portilla se lo tomó a pecho. Aprendió sobre especies, sus nombres, su cuidado y reproducción. Al cabo de 31 años guarda en su laboratorio millones de semillas, ha registrado más de mil híbridos y quiere dedicar 2500 hectáreas de bosques para la conservación.
Cuando tenía veinticinco años, José Portilla Andrade recibió un encargo que cambiaría su vida para siempre. Aunque Pepe (es imposible no llamarlo así por su calidez y la confianza que inspira) hubiera preferido irse de parranda, aceptó el reto y desde entonces las orquídeas y otras plantas se convirtieron en su amor y su obsesión.
Nacido en 1966, en Bomboiza, uno de esos confines amazónicos destinados a la colonización para “expandir la frontera”, Pepe asumió el reto, creó una empresa dedicada a la conservación y exportación de plantas que pone la diversidad y el conocimiento científico ecuatorianos por todo lo alto. ¿Un depredador? Para nada. Portilla cuenta con unos tres millones de plantas sembradas, vende miles y miles que reproduce en su laboratorio, devuelve otro tanto a los bosques, registra cientos de híbridos y es fiel guardián de millones de semillas.
