
Entre las grandes películas que aparecieron en el año 2003, una de ellas se convertiría en clásico: Río místico del fascinante Clint Eastwood.
Es poco usual la trayectoria de Eastwood. Se dio a conocer como actor en papeles de hombre duro en espagueti-wésterns, como El bueno, el malo y el feo o Por un puñado de dólares, ambas de Sergio Leone. Luego encarnó a Harry Callahan en otro clásico: Harry el sucio.
Eastwood era sinónimo del héroe justiciero, del áspero pistolero de crudos hábitos. Sin embargo —y sin necesariamente dejar de estar al frente de la pantalla— su derrotero fue cambiando hacia la dirección.