
Román Abramóvich llegó a ser uno de los oligarcas rusos que se apoderaron de las riquezas del país una vez que cayó la URSS. La historia de un tipo sagaz, mano derecha de Putin.
Esta historia refleja el presente de Rusia. La historia de personajes sin principios que, con la venia de Occidente, sirvieron para desmantelar el inconmensurable aparato público de un Estado socialista, como fue la Unión Soviética, en detrimento de la mayoría de la población. De individuos grises devenidos en millonarios, dictadores, reyezuelos. Es la historia del magnate Román Abramóvich, sus amigos, sus secuaces.
A este megamillonario se lo conocía a escala global, fundamentalmente, por haberse adueñado del club de fútbol londinense Chelsea, uno de los más poderosos y populares del Reino Unido y de Europa. Lo compró en 2003 cuando el equipo se ahogaba en deudas y, gracias al capital que había inyectado el exsoldado del Ejército Rojo, pasó a dominar el balompié mundial.