
En las novelas de Castellanos siempre hay un solitario que bebe en la barra de una ciudad extranjera, administrando las dosis de alcohol que su cuerpo puede manejar, mientras piensa en cómo resolver su errabunda existencia —marcada por el autoexilio de El Salvador— y de paso, seducir a la camarera, aunque esto casi siempre sucede solo en su cabeza.
Un ambiente de novela negra se respira en estas novelas aparentemente sin detectives, en las que el crimen se cometió hace muchos años y forma parte del ADN de los personajes, como el asesinato del poeta Roque Dalton a mano de sus camaradas guerrilleros, al que el autor vuelve obsesivamente.