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Nick Drnaso, notario involuntario (del fin) de su época

por Ivonne Guzmán

Nick Drnaso

A través de sus novelas gráficas, sin habérselo propuesto, Nick Drnaso hace un paneo por algunos de los conflictos más complejos de la sociedad estadounidense. Sus viñetas permiten asomarse a los espacios cotidianos y, generalmente, pasados por alto en los que se está cociendo la implosión de uno de los proyectos políticos y sociales más importantes del mundo.

“Historietistas y artesanos nos sentamos en la mesa de los niños”, dijo en una entrevista reciente Roz Chast —la aclamada caricaturista de The New Yorker—, en referencia a esa especie de destierro al que historietistas, caricaturistas y novelistas gráficos han sido confinados.

En esa mesa, sin la supervisión de la alta cultura y a sus anchas, han surgido algunas de las piezas más potentes de la narrativa contemporánea: Maus de Art Spiegelman o Persépolis de Marjane Satrapi, por poner dos ejemplos al paso. Nick Drnaso ni siquiera soñaba con sentarse en esa mesa olvidada en los confines de la fiesta, pero ahí está desde que en 2018 Sabrina se convirtió en la primera novela gráfica, y hasta ahora la única, en ser considerada en la lista larga del prestigioso premio literario Booker Prize. Sin embargo, eso no es lo más interesante de la obra de Drnaso.

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