Por Omar Ospina
Fotos: Daniel Andrade
Miguel Ángel Cabodevilla ha sido, en los últimos quince años, símbolo del trabajo misional en la Amazonía ecuatoriana. Con sede en Pompeya, a orillas del Aguarico, este cura vasco, que tiene la aparente fragilidad del bambú, llegó cuando por esas tierras ejercía su apostolado otro sacerdote que luego dejaría vacío el lugar a causa de las ochenta y cinco lanzas tagaeris que horadaron su cuerpo, en un ritual de muerte que para la cultura blanco-mestiza fue un acto de barbarie y para víctima y victimarios un hecho necesario y defensivo. Y presentido.