
Fotografías: Cortesía Instituto de Patrimonio Cultural, José Sánchez Lindao, Ricardo TayLee Lama, abuelo.
Cuando Martha Tomalá Chang, vecina de mi edificio, almorzaba en un restaurante tailandés del sector céntrico, se le acercó un comensal, el señor Zhu, y le preguntó si tenía ascendencia china. La había reconocido como paisana y la invitó a integrar la Asociación 10 de Octubre, de la Colonia China del Ecuador. Había sido fundada en 1942 al calor del deseo de los residentes de ese país en Guayaquil de apoyar a su patria, enfrentada en aquel momento en una guerra contra Japón.
De la mano de Martha soy, pues, conducida a una charla con Fu Ming Zhu, dueño de una de esas tiendas de mil objetos, en la calle García Avilés, muy cerca de la Boyacá, en cuya segunda planta está la sede de la Asociación. Al calor del té verde convidado, me cuenta que el 10 de octubre de 1911 se dio la primera batalla de la revolución que terminó con el largo régimen monárquico chino y que dio paso a una república de ideales democráticos. Abdicó Puyi; los acontecimientos están narrados en esa joya cinematográfica titulada El último emperador.
El Sr. Zhu vino al Ecuador en 1985, gracias a una visa que le costó esfuerzos y un préstamo para los pasajes aéreos. Se aventuró por la misma razón por la que millones de seres humanos lo hacen: la búsqueda de nuevos espacios de desarrollo personal.