Por Gonzalo Maldonado Albán
Esa tristeza serena anegando lentamente el corazón. Esa resignada incapacidad para encontrar la alegría. Esa sensación de pérdida irreparable que se cierne sobre la psique de una persona. A estas emociones borrascosas las llamamos melancolía y a ella está dedicada la segunda película de la trilogía Depresión, dirigida por el danés Lars von Trier, quien imagina cómo serían los días antes del fin del mundo y lo hace a la manera de las óperas, construyendo un ambiente donde la música y la escenografía tienen tanta importancia como los diálogos y la actuación.
Con música de Wagner y pinturas de Brueghel y El Bosco, el filme narra el aparecimiento de Melancholia, un planeta que los astrónomos no habían visto antes porque orbitaba detrás del sol. Ahora que ha salido a la luz, esta enorme masa de rocas y fuego amenaza chocar contra la Tierra y destruirla por completo.
