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Mamá es campeona para morirse

por Huilo Ruales

Huilo 479 M.A
Ilustración: Miguel Andrade

¿Cuál será su muerte verdadera? Todas son iguales, únicas, y ello, como pedrada en vidrio, me deja en añicos. Claro que después los añicos se juntan y yo me yergo, sacudo mi maltrecha ropa, me limpio la sangre, me peino con los dedos y me digo: no seas iluso, tu memoria jamás te juega limpio. Entonces, recuerdo que mamá murió hace mucho.

Allí, en el cuarto de las máquinas, yo vi su cuerpo meciéndose como si el viento o alguien que yo no veía lo empujara. Yo vi cuando la bajaron y después ya no vi nada porque todo se me volvió petardos, añicos, chirridos, y un animal enloquecido luchando por salir de mi cuerpo.

Quién no ha muerto en esta casa maldita. Hasta la Peta, que era eterna, terminó muriéndose. Y detrás de ella, en fila, como envenenados, los perros, los gatos, los conejos, incluso la tortuga con su vida de piedra, sin moverse, se fue de este mundo. Y la Lucy, mi hermana menor que aparte de chocolates se alimentaba de tierra. Y papá, que era piloto, y desapareció en las nubes.

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