
Las preseas más afamadas de la gastronomía internacional son una ambición para muchos cocineros. Su otorgamiento significa un gran impulso a nivel económico, pero también pueden ser una condena.
En el año 1900 los hermanos franceses André y Édouard Michelin, empresarios dedicados a la fabricación de neumáticos, crearon la Guía Michelin, al darse cuenta de que había un creciente número de personas que poseía vehículos y empezaba a realizar viajes dentro del país. Se trataba de una guía con mapas de varias ciudades de Francia e información sobre mecánicos, servicios médicos y otros datos útiles, que se regalaba a los compradores de neumáticos.
A partir de 1920 la guía se empezó a vender y se incluyeron recomendaciones de restaurantes con comentarios sobre su calidad. Así inició el trabajo de los inspectores que determinan el nivel de los establecimientos. En 1926 se comenzó a asignar una estrella a los más destacados, y en 1931 se implantó el famoso sistema de una, dos y tres estrellas.