Treinta y cinco años después de la creación del Proyecto Chicos de la Calle, algunos de quienes se beneficiaron de él cuentan cómo cambiaron vida y dieron otro rumbo a su destino.
Por Estefanía Montalvo Cózar
Fotos: Eduardo Valenzuela
Por un instante se traslada a 1979. “Cuando uno inhala cemento de contacto las gotas de lluvia caen como si fuesen florcitas de colores”, recuerda “Chepito”, uno de los primeros participantes del Proyecto Salesiano Chicos de la Calle. Lo revive con lujo de detalles, cuando estaba agazapado detrás de un gigantesco tanque de agua, ubicado en el tradicional barrio de San Juan. Mientras rememora ese episodio, simula tocar esas florcitas que revoloteaban cuando tenía apenas 10 años. “No todo era un juego, era una salida para olvidarme del hambre y el frío que sentía”.