La literatura latinoamericana escrita por mujeres tiene inagotables fuentes, perspectivas y caminos. Exploramos algunos de ellos.
El hogar de quien escribe son las palabras. Esta afirmación de la uruguaya Cristina Peri Rossi intenta develar cómo las escritoras de la región latinoamericana se relacionan con su oficio. En un espacio tan grande como el de América Latina, es esencial reconocer la pluralidad de voces que emergen sin cesar de territorios cuyas tradiciones literarias son complejas y heterogéneas, y responden a la historia de cada uno de sus países. Esto lo comprende muy bien la ecuatoriana Mónica Ojeda, quien, además, considera que el acto de escribir va más allá del género o el sexo: “Se escribe con todo el cuerpo, que… también es la raza, la sensibilidad, la clase, la mirada”, dice.
Pero esta misma diversidad de realidades configura condiciones que se repiten, y que a su vez se traducen en aspectos transversales: la incertidumbre política y económica, la marginación de grupos sociales y la migración, entre otros. En ese sentido la autora cubana Dainerys Machado explica: “Lo que tenemos realmente en común es habernos tomado en serio la libertad creativa”.