
Una cosa es que ames a tu hijo y otra es que tu hijo te caiga bien. Recién vi una película en la que una madre confesaba que su hijo le parecía aburrido. Y sí, las madres pueden pensar que sus hijos son aburridos; los hijos casi siempre piensan que sus madres son aburridas. Y aun así las aman. La familia y el amor se sostienen más allá de las afinidades. Ayudas a tu tío que te cae mal. Dices “está de hacer algo” a tu primo lejano al que sabes que no verás en otros diez años. Puede ser convencionalismo, sí, pero se puede pensar también que el convencionalismo es una forma de amor.
Bueno, volviendo al punto. El hecho es que mi hijo me cae bien. Además de amarlo, es de las personas que mejor me caen en la vida. En serio.
¿Será porque se parece mucho a mí?, digo, tiene la misma forma de ver el mundo, de entender las cosas o de no entenderlas, desde su lógica única.