Por Catherine Yánez Lagos

La carta de presentación del pescador, que para esta historia es Teodoro Carriel Menéndez, es una fecha: “Soy nacido el 28 de abril de 1950”. Es sábado. Lleva pantaloneta, camina descalzo y mientras conversa se termina de escurrir el agua de su ropa. Contempla su hamaca y la canoa sin reparar, jubilada al igual que él, con el alias de Chupa-flor.
“Yo le iba a poner el nombre de Estefanía, pero un amigo me dijo no le pongas eso, ponle Chupa-flor”, recuerda entre risas. Dice que para hacer justicia al apodo, como buen Chupa-flor siempre anda afuera o eso intenta a diario.