“Un museo es una institución sin fines de lucro, permanente, al servicio de la sociedad y su desarrollo, abierta al público, que adquiere, conserva, investiga, comunica y expone el patrimonio material e inmaterial de la humanidad y su medioambiente con fines de educación, estudio y recreación”.
Consejo Internacional de Museos (ICOM), (2007).

Por María Elisa Flores
La historia del museo está ligada a la historia del coleccionismo, uno de los fenómenos sociales más influyentes en la conservación y difusión de las artes. Antiguamente, los únicos coleccionistas eran los reyes, la nobleza y la Iglesia, convirtiéndose luego en una afición exclusiva de la burguesía: los objetos artísticos eran considerados artículos de lujo y no bienes de consumo básico, por lo que la clase baja no tenía acceso a ellos. Grandes museos estatales de Europa tienen su origen debido al coleccionismo desarrollado por reyes y gobernantes: el Museo del Prado en España, el Museo del Louvre en París, los Uffizi en Florencia, el Ermitage en San Petersburgo. Estas colecciones no se podían catalogar como bienes privados, ya que los reyes presumían su propiedad pero a la vez debían mantenerlas como bienes de la Corona con carácter hereditario. Sin embargo, con el paso de los años este concepto desapareció y el coleccionismo se extendió también a la clase media. En un inicio se crearon los “gabinetes de curiosidades”, que edificaron sus colecciones con objetos de individuos que ansiaban conocimiento, poder, o eran simples aventureros. Posteriormente estas piezas pasaron a conformar el acervo de los actuales museos. Así, con la historia del coleccionismo, nace la historia de los museos.