Si hay una institución que ha sido central y que ha marcado los tiempos en la historia ecuatoriana, esta no es otra que la hacienda. Todo ello explica la gran cantidad de estudios que se han hecho sobre el agro. En realidad, muy pocos son los ámbitos de nuestro pasado que han concitado tanta atención.
Su protagonismo, ya de por sí, viene dado por su larga duración en el tiempo. Pocas son las instituciones que pueden presumir de una vida tan dilatada. Sus orígenes se remontan a los años inmediatamente posteriores a la Colonia cuando el cabildo quiteño llevó a cabo los primeros repartimientos de tierra a los vecinos españoles de la ciudad.
Pero la verdadera importancia de la propiedad rural viene dada por su condición de articuladora de la economía nacional. Ni siquiera la irrupción de la era petrolera ha sido capaz de eclipsar su brillo. Pero la tierra ha sido algo más que economía, también ha entrañado complejidades que exceden este campo. Hay que tener presente que ha sido un factor que ha conferido a sus poseedores notoriedad, estatus y valor simbólico.