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La gran helada

por Leisa Sánchez

Por Jorge Ortiz.

Edición 457 - junio 2020.

Hizo mucho frío esa Navidad. Y mucho viento. En realidad, todo ese mes las temperaturas habían estado muy bajas, mucho más de lo habitual, y había caído poca nieve. Pero el frío y el viento de ese 25 de diciembre superaban lo que la gente de las ciudades y los pueblos, incluso los más ancianos, podía recordar. Y, claro, muy pocas personas se atrevieron a salir de sus casas: saludos, abrazos, enhorabuenas y brindis quedaron para más adelante, cuando las temperaturas subieran y los vientos se calmaran. Tal vez para el Año Nuevo. Sí, toda Irlanda esperaba que el año por venir, 1740, fuera benigno, con un clima más sosegado y mejores cosechas.

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