
Grafitero, pintor, escultor, diseñador de juguetes y animador. En el mundo del arte y la publicidad se lo conoce con el nombre de KAWS. Estas cuatro letras no significan nada, pero siempre lucieron bien juntas, sobre todo dibujadas a gran escala sobre un anuncio de cigarrillos Camel o de Captain Morgan. Brian Donnelly es el verdadero nombre de este artista multifacético con más de veinte años de trayectoria en estos dos mundos tan opuestos: el del arte y el de la producción comercial. Su estética simple, juguetona y de colores extáticos, seduce a millones de personas alrededor del mundo (su cuenta de Instagram tiene 3,3 millones de seguidores).
Un adolescente tímido, nacido en 1974 en Jersey City, que comienza grafiteando las paredes del Bronx y de Washington Heights, se ha convertido en uno de los artistas más aclamados del mundo del arte contemporáneo. Su exhibición en el Brooklyn Museum de Nueva York KAWS: What Party ha despertado a todo Nueva York del letargo de la pandemia.
Donnelly habla con timidez sobre su desarrollo artístico. No le gusta explicar demasiado. Quizá piensa que no hay mucho que decir. Tampoco intenta, con su arte, plantar un sentimiento en el espectador, ni siquiera una pregunta. Hace lo que le gusta, es su oficio, su forma de vivir y a ratos de sobrevivir. Es, sencillamente, su trabajo. A sus 46 años, Donnelly aún parece ese chico grafitero de los noventa, con su ropa ligera y una gorra que siempre lleva puesta. No da por hecho el éxito arrasador que han tenido sus creaciones, sabe que cualquier cosa se puede desbaratar y en cualquier momento. El mundo del arte también es así: depende de las mareas, de la moda, de la opinión del crítico más influyente. Su actitud es relajada frente a los desafíos del momento. Navega los vericuetos del arte contemporáneo sin que le importe mucho las categorizaciones, por eso, ha hecho lo que ha hecho.