Por Thalía Flores y Flores
Fotos de Juan Reyes
La casa solariega de Juan Cordero Íñiguez huele a arte y a frutas. Apenas entro en ella, Anita, su esposa, nos ofrece un jugo de mora, mientras muestra los últimos detalles que se han incorporado. En el enorme patio, su hija Carmen Lucía ha instalado un comedor para atender a grupos de extranjeros que visitan Cuenca y que quieren sentir la tradición y la historia de la ciudad patrimonial.
En los salones de la enorme casa, hay pinturas, esculturas y piezas primorosas. Gradas abajo, una biblioteca extraordinaria y arte colonial. Al otro extremo, en el segundo piso, el amplio Museo de las Culturas Aborígenes, forjado pieza a pieza, que muestra, con orgullo, el abolengo del Ecuador, pero que bien podría ser también el símbolo del amor de toda la vida del historiador. Antes de comenzar la entrevista, Juan Cordero Íñiguez hace de guía para mostrarnos su museo.
