Fotografías: Juan Reyes / Archivo José Hernández.
Edición 434 - julio 2018.
Cuando andaba dedicado a mi libro de artesanías, en 1994, empecé a oír de una pareja de colombianos que estaban modernizando El Comercio. El diseñador tenía un nombre exótico, Ponto, y le gustaban los caballos. Del editor, José Hernández, se iba armando poco a poco una leyenda: unos colegas decían que era un maestro serio y exigente; otros, que era autoritario y creído; los terceros, que tenía muy buen ojo para el arte; a mí me gustaba sobre todo su oficio como reportero y su capacidad para el análisis político (aunque en esta charla confesará que no le gusta la política, sino el arte y la cerámica).
Años después, cuando llegó el vendaval Correa, fue uno de los valientes que denunció la corrupción rampante, enfrentó pico a pico al abusivo caudillo y sufrió las consecuencias. Pero la mayoría de lectores seguía sin conocer su historia personal. Por eso, aquí nos embarcamos en un recorrido que empieza en la Europa de los años setenta y llega hasta el destacado blog 4pelagatos, donde sigue denunciando las trampas del poder sin pelos en la lengua. Perdón, en las teclas.