Texto y fotografías Xavier Gómez Muñoz.
Edición 437 – octubre 2018.
En menos de cuatro meses, el ciclista Jonathan Caicedo conoció las dos caras de la moneda. En abril de este año cometió un error que le costó el primer lugar en la primera etapa de la Vuelta a Asturias, y regresó de España con un segundo lugar que a muchos les supo a derrota. Pero el pasado 19 de agosto el deporte le dio la revancha y se consagró como el único ecuatoriano, y uno de los cinco extranjeros, en ganar la Vuelta a Colombia, uno de los eventos más importantes del ciclismo en el continente.
I
Jonathan Caicedo nunca podrá olvidar lo que pasó el viernes 27 de abril de 2018. Ese día arrancó la edición 61 de la Vuelta a Asturias, una de las competencias ciclísticas más antiguas de España: se celebra desde 1925 y comprende 467 kilómetros de recorrido por carreteras y ciudades durante tres días. Allí participaron dieciséis equipos internacionales representados por 122 ci-clistas. Entre ellos estaban los ecuatorianos Richard Carapaz, compitiendo por el Team Movistar, y Jonathan Caicedo, del Team Medellín, ambos nacidos en la provincia del Carchi, al norte del país.
El primer día de competencia se realizó entre la ciudad de Oviedo y la parroquia Pola de Lena. Luego de cuatro horas de carrera, y alrededor de 174 kilómetros recorridos, Caicedo empezó a desprenderse del pelotón líder durante la última cuesta. Sacó algunos metros de ventaja. Regresó a ver una, dos, tres veces a la docena de ciclistas que pedaleaba para alcanzarlo. Pasó una curva y después un redondel. Lo seguían cada vez más de cerca el ruso Dmitry Strakhov y el colombiano Sergio Higuita, pero Caicedo ya se sentía ganador. Cuando entró a la última recta, pudo ver la línea de llegada. En el último segundo, antes de cruzar la meta, Caicedo levantó los brazos en señal de victoria y el ruso Strakhov aplicó lo que en ciclismo se conoce como golpe de riñón: empujó la bicicleta hacia adelante con toda la fuerza que le quedaba en el cuerpo y ganó la carrera en un final de fotografía. Jonathan Caicedo quedó segundo.
El video en el que se ve a Jonathan Caicedo perdiendo por celebrar antes de tiempo en Asturias tuvo más de veinte mil visitas en YouTube. Por ahí empezaron las burlas en redes sociales. Los medios escribieron: “Jonathan Caicedo aprendió la lección cuando el triunfo en Asturias se le esfumó”, “El ciclista ecuatoriano Jonathan Caicedo pasó de vencedor a vencido”, “Jonathan Caicedo alzó los brazos para celebrar cuando pensó que había ganado. Nada más lejos de la realidad”.
Caicedo, sin embargo, supo llevar el mal momento con calma y al día siguiente, durante la segunda etapa de la carrera, logró nuevamente el segundo lugar por detrás de su compatriota Richard Carapaz. El tercer y último día, llegó décimo. Ya hechos los cálculos generales, Richard Carapaz subió al podio como el ganador definitivo de la Vuelta a Asturias y Jonathan Caicedo como el segundo. Una semana más tarde Caicedo participó en la Vuelta a Madrid. Entre 115 deportistas, obtuvo de nuevo el segundo puesto.
II
El deporte profesional es posiblemente la actividad en la que menos se disimula el espíritu competitivo del ser humano. El entrenador de la NFL Vince Lombardi lo decía a su manera: “Ganar no lo es todo. Pero querer ganar sí”. El piloto brasileño de Fórmula 1 Ayrton Senna tenía un dicho que delataba su obsesión por el triunfo: “El segundo es el primero de los perdedores”. Y la nueva contratación de la Juventus, Cristiano Ronaldo, ha dicho más de una vez: “Nunca he escondido el hecho de que mi intención es ser el mejor”. La sociedad y los medios reafirman el ideal de triunfo absoluto. Los libros de historia y las portadas de los diarios no suelen tener lugar para los número 2.
A Jonathan Caicedo, aunque no lo dice directamente, no le gustan los periodistas. Para lograr que me conceda algo de tiempo para conocerlo, tuve que llamarlo durante dos semanas seguidas. Viajé a Tulcán el día que acordamos y cuando llegué me dijo, vía telefónica, que estaba en casa de sus padres y que era demasiado tarde para entrevistas: eran las tres de la tarde. Me citó a las seis de la mañana del siguiente día en el aeropuerto de Tulcán, en cuya pista entrenan ciclistas y otros deportistas desde que dejaron de llegar vuelos comerciales a la ciudad. Allí pude sacarle algunas fotos, pero nada de preguntas, él se fue a entrenar y no lo volví a ver hasta el mediodía.
Aproveché el tiempo para hablar con gente que lo conoce, como el director del Departamento Técnico de la Federación Deportiva del Carchi, Diego Arteaga, exciclista, triatleta y amigo de Jonathan Caicedo. Arteaga está convencido de que, pese a que Carchi ha sido históricamente cuna de ciclistas, es ahora cuando la provincia vive su mejor momento con figuras como Richard Carapaz y Jonathan Caicedo. A este último le reconoce ser un ciclista inteligente, que conoce su cuerpo y ha aprendido a sacarle el máximo provecho mientras compite, ambicioso en lo deportivo y, sobre todo, fuerte: no solo en los ascensos, sino desde el punto de vista psicológico.
Hay que ser mentalmente fuerte para sobreponerse a los errores, me dice Arteaga, y recuerda el buen papel que hizo Caicedo en los tres días de competencia en Asturias, luego de su festejo por anticipado. Además, me cuenta sobre la sanción que recibió Cai-cedo en 2017, junto a Richard Carapaz y Jonathan Narváez, en los Juegos Bolivarianos de Santa Marta, Colombia. Luego de la inauguración del evento, los tres ciclistas se habían ido a cenar a un restaurante vistiendo el uniforme de la Selección Ecuatoriana. Pidieron micheladas para acompañar la comida y, según me confirmará luego el propio Jonathan, bebieron “cuatro cada uno”. Hasta que representantes del Ministerio del Deporte del Ecuador, que habían ido a cenar al mismo sitio, entraron por la puerta del local y los encontraron.
Pese a las probabilidades que tenían de hacer una buena carrera, Carapaz, Caicedo y Narváez no pudieron competir en Colombia. Esa fue su sanción. Y de vuelta en el Ecuador tuvieron que vérselas con las preguntas de la prensa, el escarnio público y las críticas en redes sociales. “La prensa no ha estado para apoyar a Jonathan ni a muchos otros deportistas, pero sí cuando se han equivocado”, reflexiona el funcionario de la federación carchense.
A los quince años Jonathan ya salía a entrenar, aunque solo, en la Panamericana. Seguía, hasta donde le daban las fuerzas, a los grupos de ciclistas profesionales de la Policía Nacional y Panavial, desde Santa Martha de Cuba hasta El Juncal: unos 100 kilómetros de recorrido.
