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Houellebecq: fantasma en peligro

por admin

 HOUELLEBECQ

Por Alfonso Echeverri Llano

Acaba de cumplir 60 años, 15 de ellos pagando escondites caros, huyendo, tratando de diluirse. Famoso, rico, odiado y admirado, este francés lo ha logrado casi todo, menos la tranquilidad. Su conciencia no lo deja dormir. Sus novelas quitan el sosiego a sociólogos, políticos y críticos. Lo persiguen dos enemigos: el fanatismo islámico y el suicidio causado por la sociedad. O está loco o es el escritor más valiente de lo que va del XXI. ¿Sobrevivirá Michel Houellebecq?

Abandonado por sus padres, fue criado por su abuela paterna. La niñez, la adolescencia y la juventud solitaria son llevadas a cuestas por los personajes de sus novelas. El adolescente se refugia en lecturas insondables como la de H. P. Lovecraft, de la que queda el ensayo-biografía Contra el mundo, contra la vida (1991), escrito a los 35 años. A partir de este momento, Houellebecq decide ser escritor.

 Ampliación del campo de batalla (1994) es su carta de presentación, la novela llama mucho la atención. Las partículas elementales es finalista en el Premio Goncourt 1999. Este extraño relato sobre dos hermanos y su visión de la vida consagran a Michel. La novela, cargada de sexo y crítica social a una Francia decadente, muestran a un escritor que se centra en la decadencia, en el hastío, en la hostilidad del medio, en el alcohol, en la soledad.

Aparece en 2001 Plataforma y nacen la fama, el ‘fenómeno Houellebecq’; el infierno. Por esta novela es acusado —juzgado y luego absuelto— por islamófobo. Este espanto novelero se convierte en una figura pública, políticamente polémica e incorrecta y comienza su largo ejercicio de esconderse de todo el mundo o mostrarse para dar declaraciones bajo altas medidas de seguridad. Houellebecq, por razones “religiosas y políticas”, empieza a convertirse en duende hostigado e ingresa en el Club de los perseguidos, de los condenados. La ira fanática le cambió la vida.

plataforma

 El contenido político-religioso de esta novela restó importancia a una bella historia de amor entre el protagonista y Valery. El amor en los tiempos decadentes o desencantados, en medio del placer desbordado en paraísos sexuales asiáticos repletos de franceses, alemanes, ingleses, gente del mundo desarrollado, del mundo aberrado. Plataforma es una novela, esencia del hastío, del vacío sin fondo; es el relato de la dilatada e irremediable soledad.

Me devuelvo en el tiempo a 1988. Resulta que, en el Reino Unido, otro gran escritor —esta vez británico, nacido en Bombay 1947, pero educado en el Reino Unido— vivió el mismo problema cuando publicó su novela Los versos satánicos. Su ficción Hijos de la medianoche es considerada la mejor novela inglesa de la segunda mitad del siglo pasado —Premio Booker 1981 y el Booker of Bokkers 1993, máxima distinción de las letras inglesas—. También le otorgaron en 2013 el Hans Christian Andersen, demostrando la versatilidad literaria que posee. Este otro perseguido se llama Sir Salman Rushdie.

Lo de Sir es por su literatura y por apoyarlo, porque con Los versos satánicos se le vino el mundo encima: el ayatola Ruollah Jomeini, líder espiritual iraní de la Revolución islámica de 1979—, mediante un edicto o fatwa, lo condenó a muerte; ofreció $ 2 millones como recompensa a quien lo matara “… por haber escrito un libro tan blasfemo”.

Sin proponérselo, dos grandes escritores europeos contemporáneos emprenden una vida paralela por culpa de una novela. Vivir escondidos, no dar papaya para que no los maten de un disparo o un bombazo o los tumben en un avión; no poder andar por la calle como cualquiera, estar impedidos de gozar su merecido reconocimiento intelectual, tener que marginarse de la sociedad que describen o inventan. ¿Así fastidia la literatura a los dogmas y a los fanáticos impulsados por la ‘verdad única’?

A Houellebecq lo consideran un misántropo; pero más que misantropía, Michel se retira por hastío, por desconfianza, por rechazo y vergüenza cultural. Más bien pienso que le toca cuidar el cuero para poder seguir escribiendo, escandalizando, denunciando, advirtiendo. El caso es que, con Plataforma, y desde 2001, Michel tratará de convertirse en un fantasma viviente, dedicado a seguir cumpliendo su oficio de escritor.

Salman Rushdie lleva la fatwa encima; ha sobrevivido protegido por el Reino Unido y es una figura pública internacional; dicta conferencias, va a ferias de libros y da entrevistas, siempre acompañado por gente de seguridad que provee el Reino Unido. Pero nunca se sabe, murió el ayatola y la fatwa no prescribe para los islamistas más radicales. El autor indoinglés y su realismo mágico viven en constante sigilo, y no es paranoia; si Rushdie se ha salvado de varios atentados, quienes tradujeron o editaron Los versos satánicos han sido asesinados por los radicales islámicos.

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