¿Puede un hombre usar bótox? Por suerte, esta pregunta ya casi no se hace, al contrario, ante la duda, se procede con tranquilidad. La ley parece ser: mucho mejor el consultorio que el quirófano.

“Hoy nadie piensa que el hombre es como el oso”, dice Guillermo Ramírez, un ejecutivo de ventas, divorciado, que acaba de cumplir 42 años. Las supuestas fealdad y sabrosura del peludo mamífero, omnívoro y de gran tamaño, y su relación simbólica con el macho humano que se asume despreocupado por su aspecto, podrían ser más complejas de lo que parecen, pero ya fue. Guillermo es usuario de la medicina estética; con ácido hialurónico y bótox, ha logrado camuflar varios añitos. “Me siento seguro de mí mismo, con mi edad y con lo que transmito”, dice.
El ácido hialurónico (fillers de diversa densidad que devuelven o cambian el volumen del rostro) y la toxina botulínica (sustancia que paraliza los músculos y se conoce por su primera marca, Botox) son los tratamientos más populares de la medicina estética (ME), se aplican mediante inyección y son temporales. La mayoría de pacientes son mujeres, pero cada vez más hombres en el Ecuador se animan a usarlos para cambiar rasgos de cara y disimular signos de la edad sin entrar al quirófano.