Los humanos siempre hemos puesto los ojos de nuestra curiosidad sobre el cielo. Por eso, en 1609, cuando Galileo presentó su telescopio de ocho aumentos y, con él, la posibilidad de ver más allá del Sol, la humanidad se enfrentó a una revolución que hizo tambalear sus convicciones religiosas y científicas.
Galileo, el Sol y la Iglesia
Por supuesto, el uso de lentes ya se conocía. Por ejemplo, en el Renacimiento se combatía la presbicia y la miopía con lentes convexos y cóncavos respectivamente.
Sin embargo, matemáticos e inventores de los siglos XVI y XVII empezaron a combinar ambos tipos con el fin de alcanzar distancias imposibles para el ojo humano. Aunque el mérito del invento original se pierde en discusiones demasiado largas y patrioteras, todo indica que Galileo “robó” la idea a los holandeses.
