
Cuando fue presidente de la Corte Constitucional sus votos en contra del matrimonio igualitario y a favor del aborto en casos de violación fueron polémicos, pero recogieron ese apego a las leyes y al análisis con cabeza fría del contexto que siempre lo han caracterizado. El expresidente de la Corte Interamericana de Justicia confiesa que hoy pasa el tiempo actualizando sus libros de derecho, que ser maestro fue lo mejor de su vida y que se arrepiente de no haber pasado más tiempo con sus hijos por culpa del trabajo.
Una postal que ha quedado en el imaginario colectivo es la de Hernán Salgado Pesantes tomando un papel de un pocillo para constatar segundos después que su propio nombre estaba escrito allí. Tres años y dos días después de haber sido designado presidente de la Corte Constitucional, el azar dispuso que el afamado jurista cuencano terminara siendo uno de los tres miembros sorteados dentro de un proceso de renovación que este organismo realiza cada tres años, según lo estipula la Constitución.
Su profundo fervor religioso le hace creer que no fue el destino, sino los tiempos de Dios los que definieron su salida en febrero pasado, en el momento justo y luego de haber trabajado en la institucionalización de la Corte para dejarla renovada y robustecida.