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Flechazo

por Huilo Ruales

Por Huilo Ruales.

Ilustración: Miguel Andrade.
Edición 463-Diciembre 2020.

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Una noche de lluvia compacta, el Kinkón encontró la razón por la que estaba en el mundo. Empapado, sobre todo en las botas puntiagudas, y muerto de hambre como siempre, entró en el Casablanca. El mismo Casablanca del extinto Reino de la Tuentifor, solamente que reencarnado en pleno corazón de La Marín. Para muestra bastaba el estado intacto de sus tres atractivos de antaño: atender hasta el alba, ofrecer sus afamados caldos de gallina y ser la meca de los Grillos, que eran los músicos nocturnos. Allí bebían, comían, afinaban sus instrumentos. Allí eran contratados para serenatas o fiestas, como en los buenos tiempos.

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