A través de dos series y una película, Netflix demuestra cómo la virtualidad puede poner en jaque las relaciones líquidas de nuestro tiempo.
Aunque el fraude ha existido siempre, la era digital ha traído consigo una plaga: la despersonalización de las relaciones sociales. De una u otra forma esta realidad se ha convertido en el caldo de cultivo para la delincuencia.
Nunca antes fue tan fácil engañar. Quizá por ello no sorprende que en cuestión de tres meses el gigante del streaming nos haya atrapado con el estreno de tres historias que cuentan los entresijos de la vida de tres estafadores: Anthony Strangis, Anna Sorokin y Shimon Hayut.