
La letras impresas han sido a lo largo de la historia una de las herramientas más poderosas de transmisión, simbolización y expresión. Nos trasladan a épocas, nos narran historias, nos remiten valores, nos proyectan ideas.
Y si bien en las antiguas civilizaciones ya se utilizaban técnicas de impresión obedeciendo a esa necesidad tan humana de darle una imagen imperecedera al lenguaje, el origen de la tipografía tal y como la conocemos hoy —es decir, como el arte y la técnica de seleccionar y ordenar tipos de impresión— se sitúa en la invención de la imprenta en 1440, por Johannes Gutenberg.
La bella caligrafía de los monjes copistas del medievo inspiró a este herrero alemán el diseño de la primera fuente tipográfica de la historia: la Blackletter o Gótica.