El ser pesimista no fue la peor de las descripciones de Ernesto Sabato. También se le acusaba también de tener un carácter excesivamente fuerte, de ser egocéntrico, incluso soberbio, y de polémico.
—Me gusta la gente fracasada. ¿A vos no te pasa lo mismo?
Él se quedo meditando en aquella singular afirmación.
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