Por Salvador Izquierdo
Alguien te pregunta: ¿Qué es peor: un Gobierno autoritario, entregado a poderes económicos oscuros, un narcoestado con cierta sensibilidad social, pero ningún sentido democrático, amigo de gente como Nicolás Maduro, o un Gobierno un poquito más relajado, entregado de rodillas a poderes económicos claramente visibles, con poca sensibilidad social, pero cierto sentido democrático, mínimo, amigo de gente como Donald Trump?
Quizá la respuesta es que ambos son igual de malos. Quizá la respuesta es que son la misma cosa. Quizá es así porque el uno engendró al otro. También se puede dar un paso atrás y ni siquiera pretender contestar la pregunta, razonando que al contestarla te estarías colocando en un sitio de creer tener la razón, de creer que se puede hacer algo al respecto, dando más poder, además, a estos Gobiernos malos. Dar un paso atrás porque no hace falta contestar la pregunta. La política es un asunto que nos interpela a diario pero que no lleva a ninguna parte. Qué tal si ni siquiera te indignaras por la corrupción rampante: levantas los hombros con desinterés, vives y eres de un país que a nadie o a muy pocos les importa y quizá esa es una gran ventaja en sí, que deberías aprovechar de alguna manera, la ventaja de lo infra.
