






Por Ileana Viteri
A veces es un espejo y otras, un escudo pero, en todo caso, no hay arte sin enfrentamiento. Sin embargo, parecería que la obra de Paula Barragán es todo menos confrontación. Así se muestra a primera instancia y es indudable que no todos sus cuadros, grabados y dibujos pequeños o de gran formato dentro de su prolífica vida artística, privilegian el mismo principio vital. A veces, prima en ella lo lúdico; otras, lo festivo o también lo puramente emotivo e intelectual. Pero lo que algunos advierten —que no hay transformación sin lucha ni creación sin transformación— sí es la esencia de la obra de esta artista, quien declara:
“Dibujar se ha convertido para mí en una manera aguda de mirar la vida, en una herramienta poderosa de exploración, que inventa, interpreta, recuerda, describe, marca, analiza. Dibujar es como hablar en un idioma nuevo, con otras sutilezas y descripciones no verbales, buscando lo que llamo ‘la elocuencia visual’ para retratar a personajes que anhelan robar un poco de energía a la fugacidad de la vida, en la mesa, en el sexo, durmiendo, corriendo como locos en un bestiario imaginario. O sentados, callados, esperando melancólicos que pase algo. O felices en el lomo de una iguana”.