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El fantasma de Praga

por admin

Por Gerardo Fernández Fe
Fotos: Christopher Felver / Corbis

Desde la ventana de mi habitación en el hotel Pushkin (calle Husova, n.º 14), puedo presenciar el desfile de los turistas que recorren en masa las calles adoquinadas de la vieja Praga y sus efectos colaterales: museos, cementerio, barrio judío, el obligado paso por sobre el puente Carlos que adereza el río Moldava.

Vengo de París, cargo conmigo las memorias del fotógrafo checo Jan Saudek, publicadas con el título Célibataire, marié, divorcé, veuf (Parangon, 2002), lo sigo como el detective que sigue su pesquisa. El libro está lejos de las disquisiciones sobre fotografía que buscan los profesores de arte, se ha llenado con vivencias de su infancia antes y después de la guerra, de su padre judío sobreviviente del campo de concentración en Theresienstadt, ahora Terazín, 60 km al norte de Praga, de su juventud durante los años más grises, de cuando estudiaba en la Escuela de Fotografía Industrial de Praga y de cuando se desempeñaba como obrero de una fábrica, un obrero que alternaba su tiempo laboral con la afición por la fotografía. Colgada al cuello su primera cámara Kodak Baby Brownie, de la que en otro lugar el artista afirmara: “Lo único que se puede hacer con esta cámara es cargar la película, apretar el botón y hacer la foto, y eso es exactamente lo que he hecho…”.

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