
Adolfo Macías
Seix Barral, Bogotá, 2022
Es una novela cruda, dura. En medio de la sordidez de habitáculos, donde seres sin alma se pierden en drogas y alcohol, está el amor como un destello, como la confianza en que ser humano es tener, hasta el final, la esperanza de redimirse y ganar el premio de la aceptación de los otros. Es la historia de un bailarín cuyos talentos se ven opacados por la entrega a una vida de disipación y oscuridad. Sus pasos tambalean, cae en el escenario. La abuela lo disminuye, opaca sus aptitudes, lo avergüenza. Ella personifica una nobleza venida a menos, que grita frente al palacio presidencial para recuperar bienes perdidos en su memoria alucinada.
Mirar la ciudad desde los ojos de este bailarín es pasear por calles, barrios, bares de Quito, con nombres y apellidos. Dentro de cada costura —bellamente descrita por Macías— se encuentran puntadas dolorosas, dramas producto de un sistema inoperante, olores y sabores que van más allá de los sentidos para convertirse en metáforas de un entorno mísero pero verdadero. “No es tu culpa, es la puta vida que nos agarra a todos”, justifica el director de la escuela de danza.