Por María Fernanda Ampuero

En el proceso de convertirme en la señora de los gatos de Los Simpsons, me vi adoptando unos gatitos cuya madre fue atropellada en la carretera. Al desgarro de ver a la gata muerta, casi operístico, vino el impulso de vida: hay que salvar a las criaturas. Hete que María Fernanda fue a buscarlos y se hizo cargo, de la noche a la mañana, de los huérfanos.
Borren de su cabeza la imagen tierna de los gatos pequeños como las que en nuestra infancia decoraban el calendario de la panadería: nada que ver. Estos eran unas bestias en miniatura.