
La pandemia de la covid-19 es el punto de partida del historiador Niall Ferguson (Glasgow, 1964) para escribir una historia universal del desastre, enfatizando en la relación entre los cataclismos, naturales o por error humano, y el poder. Un desastre es esencialmente un evento de muerte, o más bien de muertes, cuyos números dan una dimensión distinta al hecho existencial del fallecimiento de un individuo. Esta situación se ilustra con la cínica frase atribuida a Stalin: “La muerte de un hombre es una tragedia, la muerte de un millón es una estadística”.
El título de este libro habla de la política de la catástrofe. Si entendemos la política como el arte de manejar todo poder y no solo el estatal, se tiene el cuadro completo, pues hay casos como el hundimiento del Titanic o el choque de los jumbo jets en Tenerife, en los que poderes empresariales o meramente técnicos fueron los que convirtieron un iceberg o la niebla en un desastre.
Ferguson maneja montañas de información. Describe en contundentes páginas inundaciones, explosiones volcánicas, terremotos, tsunamis, hambrunas, junto con explosiones de centrales nucleares, fracasos con naves espaciales y guerras... Aunque la guerra en sí es una catástrofe, hay situaciones en las que el mal manejo conduce a derrotas o a victorias pírricas con desproporcionados costos de vidas humanas, como la batalla del Somme, en la Primera Guerra Mundial, en la que el avance de unos cuantos centenares de metros conllevó más de un millón de muertos.