
Tengo una amiga que empezó a creer en Dios después de un cáncer, otra que le reza a su madre muerta, alguna más cree en su ángel de la guarda e incluso tengo alguna conocida que es devota de lo que le dice el tarot.
Algunos depositan su fe en un equipo de fútbol y otros en la lotería.
Hay quien se entrega a la naturaleza como madre y creadora, y otros hacen rezos laicos a la energía que desprendemos los seres humanos: las moléculas que aman.
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